8 jun 2011

A veces yo también pienso...

Días eternos... y un montón de sentimientos ahí, acumulados. Como quien guarda ropa vieja en un cajón.
Me desvelo cada noche y aún no encuentro ese motivo que me responda el ¿por qué?

Quizá son mis ganas de escucharte... porque de hablarte no puedo, o no quiero.
Y esta extraña sensación me acompaña casi a diario.

También se junta la necesidad de estar cerca y de contarte mis inquietudes. Como si el día no tuviera ya suficientes horas.

Y quiero hacer tantas cosas y al final se queda en un "lo intentaré".

¿Me estaré apagando? ¿Acaso estoy perdiendo las fuerzas? ¿O la chispa?
Sea como fuere, acabo recriminándome envejecer poco a poco sin intentar ser mejor persona.
Y siempre dejo para mañana, lo que puedo hacer hoy.

Me encantaría pedir un deseo... ese que le dé a mi vida mil vueltas. Volverme loca, soltarme el pelo y vivir plenamente, sin perder en ningún momento lo esencial... como es tener los pies sobre la tierra.

Y el caso es que no me abandona este sentimiento de culpabilidad. Como si estuviera en deuda con el mundo.
Y quiero apartar esta agonía que se apodera de mis pensamientos y no me deja tranquila.

Quiero liberarme de esta ansiedad, de este malestar que me causa pensar, pensar y pensar continuamente que yo soy la culpable de todos los males.

En todo momento, lo hice lo mejor que pude. Y no me arrepiento de haberlo intentado.

Me sigues haciendo falta como el primer día que tomaste mi mano entre las tuyas... pero no entiendo como no lo intentas.

Y no se trata de echar las culpas... no, eso jamás.
Pero yo también me canso de esperar una respuesta. Y de no ver en tu cara un ápice de alegría al verme.

Es injusto que me siga aferrando a esta ilusión de solucionar las cosas y que todo vuelva a ser como antes.

Créeme si te digo que te echo de menos como la que más.
Pero hoy cierro una puerta.
Y aunque me arrepienta de esta decisión acertada o no, seguiré estando aquí, como siempre.
Pero sin iniciativas, tan sólo esperando tu llamada.
Quizá cuando te des cuenta, ya es demasiado tarde… ¿no crees?


Besos con sabor a... Te quiero.

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