2 jun 2011

La Cenicienta con zapatos de madera

Todos tenemos una historia... Y yo también tengo la mía.

Y aunque parezca una tontería, yo sigo creyendo en los cuentos de hadas.


En mi cuento, no llevo grandes vestidos de colores llamativos con purpurina. Pero si llevo vaqueros desgastados y camisetas de las rebajas.


En mi cuento, no llevo grandes peinados con kilos pulverizados de laca. Pero si llevo una coleta bien alta y con el flequillo al viento.


En mi cuento, no espero que llegue mi príncipe azul subido en un caballo blanco. Pero si espero que llegue alguien que tenga la sangre roja como yo y, entre muchas cosas, me quiera por ser como soy.


Soy de la "calle", una chica corriente, común entre las demás. Y mis aspiraciones son como la de cualquier mujer joven. Y aunque a veces las circunstancias no se dan como uno quiere, aquí, cabezota como la que más, yo sigo al pie del cañón.


La vida es como un paseo por la orilla de la playa... por supuesto que a lomos de un caballo de ensueño. Nada de alas, ni cuernos en la frente, ¿eh?

(Creo que me he cambiado de cuento) jajajajaja.


Es un grato paseo que disfrutas a cada paso, embriagándote sólo de las sensaciones del momento. (Como en la vida real).


Hasta que de repente, tu caballo se enfrenta a la difícil tarea de esquivar a una paloma que entorpece la marcha. Te fastidia, pero ahí está. (Que esta pequeña anécdota también se podría traducir en la persona que siempre está dando por saco. La cruz que nos ha tocado, como se suele decir)


Y con el sobresalto y la indecisión, te asustas.

Y cometes un grave error...


Te aferras como puedes, en no soltar las riendas del caballo. Pero es más fuerte que tú y caes al suelo.


Y todo, absolutamente todo se asemeja a cualquier cuento que quieras vivir.


Siempre hay gente mala... como en los cuentos. (Y si no que se lo digan a Cenicienta).


Y también están los que se creen mejor que los demás.


Las que se visten de la cabeza a los pies por trajes interminables de color rojo, con tacones de vértigo y joyas que bien podrían pagar la hipoteca de cualquier "parado"


Y trajes de chaqueta, con camisas de algodón y corbatas de la mejor seda italiana para ellos.

Mirándote por encima del hombro con aires de poder.


En este cuento, cambiamos la súper calabaza por un lujoso Ferrari descapotable, aparcado en la puerta del mejor hotel de cinco estrellas de la ciudad más glamurosa de todo el país.


Yo me conformo y compito ante el Ferrari, con mi súper silla de ruedas descapotable también.


Alcanza la velocidad que le dan mis manos… pero oye, es lujoso, lujoso. Ya que sólo puede ir un ocupante.


También está el hada madrina... Esa persona indispensable que hay en todo cuento que se precie.

Un ser maravilloso que vela por nuestra seguridad.

¿Tú tienes uno?


Y aunque creo que éste no se ve en mi cuento, siempre está ahí protegiéndome.


Y no nos olvidemos de los "ratoncitos"... Que en este caso equivale a las buenas personas. (Los que ayudaron a Cenicienta a terminar su vestido a tiempo para el gran baile).


De ratoncitos está el mundo lleno. Pero hay que buscarlos con sigilo.

Si alguna vez te encuentras alguno, mímalo con todo tu corazón. Sólo así permanecerá a tu lado.


Y para terminar, siempre hay un final feliz…


Aún es pronto para saber cómo acaba esta historia.

Pero esta cenicienta se compra los zapatos de madera, porque no le llega para los de cristal... pero está rodeada de un montón de "ratoncitos" que le hacen la vida más llevadera.


Y francamente, no come perdices porque está a dieta... así que... si alguien no le encuentra sentido a seguir creyendo en los cuentos de hadas, es porque no quiere.



Besos con sabor a... las doce de la noche!


1 comentario:

  1. Joder, nena. te luces en cada párrafo, eres única. Aprovecha éste don y sácale partido. Un besazo con sabor a...... amistad.


    La tita, jajajajaaj.

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