22 oct 2025

Cuando no había internet


 

Allá por el año 550 a.C, cuando estaba en el instituto, fui delegada en una clase de "locos". La verdad que por circunstancias que no vienen al caso, yo no tenía hábitos de estudios y pasaba un poco de todo y lógicamente me fue fatal. Por las tardes, tenía la optativa de "Cultura Clásica", que me gustaba bastante, la verdad.

Una vez, en la mesa donde me sentaba leí: "¿quién se sienta aquí?". Me resultó gracioso y le contesté con mi nombre y que estaba en esos momentos en cultura clásica.

Los mensajes empezaron a ser diarios y me encantaba. Estaba intrigada y se convirtió en un juego.

En una ocasión, me dijo que no había leído mi último mensaje porque la limpiadora lo había borrado. Y como las paredes de la clase estaban recubiertas de una especie de friso color beige, desde entonces nuestros mensajes se escribieron en la pared, (con lápiz, por supuesto).

Después de tantos mensajes, me dijo de quedar un día a la hora del recreo.

Me adelantaré a decir que en aquel entonces yo andaba con muletas. Así que él me vería antes que yo a él. Estaba nerviosa, no lo voy a negar. Pero el descanso se terminó y él no apareció.

Frustrada, aunque de buenos modos, le escribí y le di las gracias por el plantón. Me contestó que tenía miedo y que había mandado a un amigo a "investigar" como era yo, forma de vestir, estatura... en fin.

Después de un tiempo, me dijo de quedar fuera del instituto. La verdad es que me caía muy bien y fluían los mensajes sin forzarlos. Y le dije que sí.

Quedamos en la calle Mayor de Triana, cerca de una tienda que vendían joyas de plata.

Debo decir que temblaba como un flan. Yo no sabía como era él. Sólo que se llamaba Carlos. Él sin embargo, ya sabía que llevaba muletas. Después de esperar 5 minutos, a punto de que me diera un parraque, por miedo a un segundo plantón, apareció. Estaba casi tan nervioso como yo. Me dio dos besos y noté que temblaba un poco.

Y ya para acabar de "matarme" o de romper el hielo, me dijo: "mi amigo no debió decirme que eras bonita, sino muy guapa y hubiese venido antes".

Y dicho eso, la conversación fluyó y mucho. Y volvimos a quedar.

La historia, les adelanto que no acabó bien, porque el empezó a sentir cosas por mi y le dio miedo. Eso si, me seguía escribiendo por la pared, (antes no habían móviles, ni internet). Y me buscaba cuando salía de clase. Fuimos amigos durante bastante tiempo... Y debo decir que es una de los recuerdos más bonitos que tengo del instituto.

INTERNET, te abre una ventana, que digo, UNA PUERTA AL MUNDO EXTERIOR. Que para mi gusto, es demasiado.

Es verdad que ahora "reconectas con personas de tu pasado", conoces a gente nueva, te relaciones virtualmente, te desahogas. Se sabe casi de inmediato de lo que pasa en el mundo.

Pero yo, prefería mis mensajes en la pared de friso color beige, las cartas con sello para meterlas en el buzón. Soy una persona que sigue usando agenda de papel todos los años. 

Porque me abruma la inmediatez, tanta información...

El esconderte detrás de un pantalla para decir lo primero que se te viene a la boca. La poca empatía, opinar sin que nadie haya pedido tu jodida opinión. La deshumanización.

Y hasta aquí mi historia. 


Besos con sabor a... recuerdos del insti.


14 sept 2025

Tanto tiempo que...



Hace años que no entraba por aquí y estoy convencida que era el momento perfecto para hacerlo.

No me siento bien conmigo misma y por sentirse así y decirlo en voz alta, no pasa absolutamente nada.

¿Por qué ahora? porque hoy soy un poco más fuerte, y después de llevar una mochila más grande que yo y a la vez soportando más peso del que podía llevar, vengo para habla/escribir. 

¿Qué pasó?, pues que la mochila que llevaba a mis espaldas se rompió.

Pedí ayuda, me ayudaron y sigo intentando canalizar tanta "mierd*".

Estuve años callada por respeto, pero que aún haya gente que no te valore por el simple hecho de tener una discapacidad está lejos de ser normal. 

Una vez me dijeron: "Nadie tiene derecho a no valorarte ni a faltarte al respeto por tener una discapacidad. El valor de una persona es incalculable y no tiene nada que ver con sus capacidades físicas o mentales". 

Y estoy de acuerdo. Pero es tan, tan, tan difícil llevarlo a cabo, cuando te ocurre en primera persona y tienes que afrontarlo tú, por mucha ayuda que pidas.

Por salud mental, rompí lazos. Muchos. Y algunos, a día de hoy duelen bastante. 

Hace unos meses, perdí a una persona muy cercana, tenía hijos y decidió quitarse la vida. Anoche soñé con él, escuché su voz de manera nítida. Al despertar, parecía que todo era un mal sueño y que no había ocurrido nada.

Considero la salud mental una prioridad, como el que va al médico porque le duele un brazo. Pedir ayuda es un acto valiente, no de debilidad. Hazlo si no te encuentras bien.

Estoy en un punto de sanación. En el que he aprendido a hacer lo que me apetece. Salir con quien me dé y trasmita cosas enriquecedoras. 

Y ¿sabes qué? ¡¡FUNCIONA!!

Requiere de esfuerzo, de llantos, de pensar y ponerte en la peor situación. Pero poco a poco, vas encontrando el equilibrio.

Y sin llegar a ser egoísta, si miras más por ti. Estás para los demás, escuchas, acompañas, das consejos, pero desde la barrera.

Porque te proteges como antes no lo habías hecho nunca.

"Me elijo a mí porque nunca nadie sabrá cuidarme como podré hacerlo yo y nunca nadie me querrá con el amor y la compasión con los que he aprendido a hacerlo.

Me elijo a mí porque yo soy mi pasado, mi presente y mi futuro".

La vida no espera por ti.


Besos con sabor a... yo puedo.


21 abr 2023

Estoy cansada

Cuando vi ésta imagen, me vi allí: debajo de la ducha, dejando caer las gotas sobre mi cara mientras tapaba mi boca y lloraba en silencio después de un día estresante lleno de cansancio.
Se cansa el cuerpo, se cansa la mente, se cansa el alma. 
Sentir que todo te duele y al mismo tiempo no está, no existe pero te duele y cansa.
Sea cual sea el motivo, el trabajo, la familia, los estudios, las malas relaciones, los amigos, los esposos ya sean buenos o malos... 
La mente cansada ya no se acuerda de rutinas importantes, olvida donde está la llave de casa, se olvida de pagar una cuenta importante, incluso las mas simple, olvida la contraseña de la tarjeta.
Se despierta ya cansada, sin ritmo, sin ánimo. Pero despierta, pone su armadura e incluso, herida y cansada, se obliga a ser fuerte. A ser la mujer valiente que la sociedad te obliga a ser.
Ser fuerte no es ventajoso, es necesario, "matamos a un león" por día y seguimos sonriendo. Pero cuando estamos a solas, se derraman lágrimas, lloramos no para afuera, lloramos hacia adentro, y no porque nos falte coraje, es por el exceso de él. Que nos obliga a parecer impenetrables.
Lloramos para aliviar el dolor del alma. Lloramos porque a solas, podemos ver nuestras heridas, lamerlas y curarlas.
Lloramos con nosotras mismas para ser más fuertes.
"Sé fuerte y valiente", me decían.
Lástima que no avisaron lo fuerte que era necesario ser.
No te avergüences por hundirte de vez en cuando. No te sientas incapaz de llorar por el cansancio de tus días, que no te de vergüenza limpiar tus heridas cuando ellas se enfermen.
Las mujeres sabemos cuán importante es llorar para mantener la cordura.
Y no te preocupes ni tengas vergüenza, que te aseguro que en otras casas, también hay una mujer como nosotras, que está en la ducha, tapándose la boca y llorando en silencio, dejando que el agua se lleve sus dolores...



14 jul 2019

Tristeza sumergida


Hace bastante que no escribo en el blog y estoy como aquel que hace mucho que no coge la bicicleta. Estoy algo oxidada...

No pretendo que salga de aquí un libro, ni siquiera pretendo que tú, que te has molestado en leerme te emociones o sientas pena o lástima. No se trata de eso.

A veces con los quehaceres de la casa, las prisas, los hijos, el trabajo, las preocupaciones... Nos olvidamos de preguntarnos a nosotros mismos cómo nos sentimos. Y yo, estoy triste.

La gente lo asocia siempre con la felicidad. Y nada más lejos de la realidad. 

Para muchos es un tema tabú. Suelen mirarte como un bicho raro. Nadie quiere escuchar las penas del otro. NO tenemos tiempo para chorradas. Somos egoístas por naturaleza. Para lo bueno nos apuntamos todos. Eso está claro. Pero, ¿y para lo malo?

Es increíble cómo han crecido las tecnologías. Casi todo el mundo tiene un móvil y un ordenador. 
Yo tuve la gran suerte de conocer el tú a tú. Los cafés sin móvil, las cartas en el buzón, los juegos de mesa y las conversaciones con pipas de sal incluidas. 

Estamos en una sociedad absorbida por Internet, los "me gusta", el postureo, el: "te voy a contar lo que hago en todo momento". Creo que al final nos alejan más de los nuestros. Somos incapaces de entablar una conversación sin mirar de reojo la pantalla. Y yo no me salvo, desde luego. Yo también estoy metida en el saco.

Estoy triste porque con el paso de los años, me he dado cuenta que al final reduces tu círculo de amistades por vivencias, cosas en común, feeling...etc. Algunos siguen cerca por conveniencia, envidia... Y claro, ya no aguantas lo que tu cuerpo con 20 años te decía. Eso de: "tira pa' lante que ya se verá". 
el círculo es cada vez más pequeño. Te vuelves egoísta, porque no quieres que nadie te haga daño. Pero eres persona y como casi todo el mundo, necesitas tener a alguien cerca. Que te escuche, que sea tu pañuelo de lágrimas o de mocos, (depende de lo fuerte que llores ese día)...

Hace 4 MALDITOS años, se fue para siempre mi mejor amiga. Mi alma gemela. Mi niña. Mi TODO. La conocí en Madrid y bastaron  unas cuantas conversaciones para darnos cuenta que nos habíamos hecho inseparables. 16 años duró. Jamás hubo una palabra más alta que otra. Ni un enfado. Ni un reproche. 

600 kilómetros nos separaban... y créanme, ella SIEMPRE estaba ahí. Para lo bueno y lo malo. 

Su partida me dejó un vacío inmenso. Uno que 4 años más tarde me sigue doliendo como el primer día. 

Te echo tantísimo de menos...

Por suerte sigo teniendo a unos pocos angelitos. Porque aguantarme a mi tiene su aquel. Lo reconozco. 

Espero que tú que me lees seas consciente de que la vida es un puñetero suspiro. Vive locamente, viaja, disfruta de la vida. Déjate mimar. Despéinate, haz el amor, y sobre todo, tómate 5 minutos para decirle a esa persona: ¿Nos tomamos un café?. 


Besos con sabor a... CARPE DIEM.