14 may 2012

Insomnio

El cajón de la cocina, empezando a contar desde abajo, me sugiere que tan sólo quedan dos. Ingenua me sonrío y pienso que nunca más volveré a necesitar ayuda para dormir.
Pero tarde o temprano acabo yendo al cajón nuevamente...

Me atormentan esos sueños que siempre recuerdo. Me quedo muchas noches pensando en lo que me gustaría soñar, pero nunca lo consigo.

Vueltas, pensamientos buenos y malos, pesadillas, ruido... Todo eso altera mis ganas de dormir.

¿Acaso pensar tanto soluciona las cosas? No tengo la varita para arreglar el mundo, lo sé, pero considero que me hace mejor persona pensar en ello, en todo... Y claro, me cuesta tanto desconectar...

Preocupada por lo que piensen, ¿Estará enfadado?, ¿Cómo estará?, ¿Porqué no me llama?, ¿Le habré hecho algo?, ¡cuánto tiempo sin hablar! Y las noches pasan y yo haciéndome preguntas que no obtienen respuestas.

Lo peor es cuando abro los ojos exaltada, con el pulso a mil y con la sensación de haber vivido una experiencia mientras dormía. Me siento sobre la cama, medio en broma, medio en serio, tentando la cama para saber si es verdad. Estoy despierta, me repito. Ya pasó...

Y aún con el susto en el cuerpo, me voy recostando poco a poco sobre el colchón, para volver a intentar dormirme.

Por cada vez que me despierto miro el reloj. Minutos e incluso a veces horas desperdiciados por no saber aprovechar la noche.

Repito que te envidio…
Tu rostro durmiendo me transmite serenidad, tranquilidad. Como si a tu lado nada malo pudiera pasarme.
Y me contagias sin querer de esa paz que tienes al cerrar los ojos.

Tengo problemas crónicos para dormir. Pero sólo me pasa cuando no estás tú.

Besos con sabor a… ¿me cantas una nana?

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