Te
quiero, sin reflexionar, inconscientemente, irresponsablemente,
espontáneamente, involuntariamente, por instinto, por impulso, irracionalmente.
En realidad no tengo argumentos lógicos, ni siquiera improvisados. Sólo sé que
te quiero. Nunca pensé que fueras a ser tú, pero lo eres. Eres tú y tu manera
de hacer las cosas… Tu forma de mirarme, tu risa, tus gestos, tu boca.
Porque
se me acabaron las excusas y ya no puedo decir, “si tú supieras…”, porque lo
sabes, porque me conoces.
Tengo
tantas cosas que decirte, que no sé por dónde empezar. Y puede que si me
pusiera a escribírtelas una a una, me quede en blanco, lo más seguro. Quizás
sea el momento de darte las gracias por todo este tiempo que pasamos juntos, o
de dártelas también por el tiempo que nos queda.
Es
posible que sea el momento adecuado para decirte, asegurarte, que en esta vida
ya no quiero otros besos, ni otros abrazos, ni otra voz al otro lado del
teléfono, ni otro olor en mis sábanas.
Porque… mi vida empezó cuando te conocí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario